Desde la ventana del living veo la casa con el pasto más verde del cul-de-sac. A la mañana el sol le da directo y el césped se vuelve fluorescente. Son los primeros vecinos en sacar el contenedor de la basura al atardecer y en guardarlo a la mañana siguiente apenas pasa el camión. Hoy toca el de tapa azul, donde van los reciclables, y el que es todo verde, para los desechos de jardín.
Phil, de unos 80 años, todos los días hace algo en el jardín frontal: corta el césped verde fluo más al ras de lo que estaba, agrega plantines al lado del camino de cemento que lleva a la puerta principal o se agacha despacio, y con una mano en la zona lumbar, a cortar algún yuyito rebelde que se atrevió a crecer a un ritmo diferente a los demás. Cuando pasa la máquina tiene que hacer pausas y sentarse, por eso, entre sus instrumentos de jardín, también hay un sillón de plástico que va cambiando de lugar. Si fuese argentino se tomaría un mate cada vez que se sienta.
En el medio del manto verde, un cartel negro con forma de perro dice: Please keep off the grass1. Me pregunto si alguien se atrevería a pisar ese césped impoluto por más que no tuviese cartel.
El sol también hace brillar el marco blanco de las ventanas sin persianas ni rejas. Ahora me acostumbré, pero al principio no podía evitar compararlas con las ventanas transformadas en celdas en Argentina, donde solo quienes viven en los pisos más altos de un edificio pueden mirar a través del cristal sin barrotes. Aunque, todavía quedan pueblos donde se dan el lujo de no poner rejas.
Todas las casas del cul-de-sac son de dos plantas, con fachadas de ladrillo visto, techo negro y autos estacionados en la vereda con su patente frontal blanca y la trasera amarilla. Son pocas las que tienen garaje, y las que tienen, como la casa de al lado, se usan como depósito y estacionan afuera. Hay al menos dos autos por casa y algunas suman también un motorhome.
Parece un cul-de-sac construido en los Sims donde el creador reguló hasta el volumen de los pájaros. Un pájaro silba y, en sus pausas, otro deja escapar un canto suave y melódico.
Los vehículos solo pueden salir en una dirección, pero si pasás caminando podés atravesar una callecita peatonal que te lleva a otro cul-de-sac y a otro pasaje que da a la parte trasera de las casas. Todas tienen tapias de madera, unas más claras, otras más oscuras, recién puestas o con marcas del paso del tiempo. Desde la cerca más nueva se asoman ramas con flores fucsias que rompen con la paleta de colores del barrio. Su perfume dulce me traslada a miles de kilómetros, a la madreselva que había en el patio de mi abuela.
Algunos gatos cruzan el límite de su patio y, tras desfilar por el muro, salen al espacio público. Pero perros no. No hay perros callejeros, solo perros con correa e identificación, con su pelaje brillante, como recién salidos de la peluquería, caminando junto a sus dueños, con su pelo arreglado, como recién salidos de la peluquería.
Gracias por leer y, si te dan ganas, podés responder este mail o dejar tu comentario en Substack.
Pauli
De viajes y otros demonios
P. D. Siento necesidad de hacer algunas aclaraciones, aún corriendo el riesgo de arruinar el efecto del texto. Si te gusta escribir, quizás te haya pasado de sentir que, mientras estás escribiendo, el texto va tomando vida propia y, aunque esté inspirado en “eventos reales”, a veces se desvía de la realidad.
Este cul-de-sac está inspirado en uno real (estoy cuidando unos perritos en Inglaterra), y sí, parece sacado de los Sims, pero la gente no parece recién salida de la peluquería. Más bien da la impresión de ser gente relajada, que pasea mucho a sus perros, pero en ropa deportiva y sin nada especial en el pelo 😄.
Tenemos vecinos muy amables, con algunos hemos compartido almuerzos y cervezas (de los cuales salgo agotada, porque varias horas escuchando e hilando oraciones en inglés, sin posibilidad de subtítulos, me cansa. Pero ya contaré alguna de esas experiencias en otra newsletter).
P. D. 2. De nuevo, si te gusta escribir y/o leer, con una amiga estamos empezando una nueva newsletter enfocada en nuestra experiencia escribiendo. Vamos a compartir recomendaciones de recursos, libros, autores y quizá también textos nuestros. El proyecto irá tomando forma en el camino. La cuenta todavía está “en construcción”, pero si te gusta la idea, podés suscribirte desde acá a Escritorio Compartido.
Por favor, no pise el césped.