Está nevando. No me lo esperaba; el pronóstico anunciaba lluvia.
El domingo dejamos esta casa y el lunes esta ciudad y este país después de tres semanas. ¿Cómo puedo hacer lo que hago? Me miro desde afuera y me parece raro. Viajar así, moverse así, housesittear* así.
A veces soy una extraña para mí misma.
Estoy sentada en un sillón donde entrarían al menos seis personas y veo por la ventana los copos que caen.
Me miro desde arriba, como si fuera un gigante que me observa, pero el gigante también soy yo. Son unos segundos de extrañeza en los cuales me pregunto cómo llegué acá. Tengo que esforzarme para seguir la cronología que me trajo hasta este living de dos desconocidos que confían en dos extraños para cuidar sus dos gatos.
Siento nostalgia por Zagreb aunque todavía estoy acá. El diccionario me dice que eso no es posible: la nostalgia nace del “recuerdo de una dicha perdida”. Yo aún tengo Zagreb.
Cuando el avión despegue podré llamarla nostalgia; ahora siento una nostalgia adelantada.
Te voy a extrañar. Voy a extrañar que sea tan fácil ir de un lado para el otro en tu tranvía azul.
Voy a extrañar caminarte mientras miro edificios de fachadas derruidas y chusmeo por las ventanas los departamentos renovados que parecen de revista.
Voy a extrañar tus restaurantes veganos que no esperaba, tus mercados y fritule, tu cerveza artesanal y tus sonidos.
Me gustó verte vestida de Navidad con luces cálidas y blancas, música, conciertos en vivo y tu perfume a vino especiado.
Te vi vestida de verano hace unos años con árboles dando sombra, ferias, gente en los parques, el Dolac cubierto de sombrillas rojas.
Me alejé del centro y vi el Sava, el Mirogoj y el Maksimir. Siento que te conozco bastante. Hasta me diste coraje para ir a una de tus peluquerías.
Voy a extrañar fingir que hablo tu idioma, diciendo hvala y dobar dan cada vez que puedo, y leer tus carteles jugando a que sé pronunciarlos.
La ciudad perfecta. Cálida como un pueblo y entretenida como una gran metrópoli.
De nuevo me transformo en gigante y me veo de niña en el living de mi casa construyendo una ciudad con ladrillos de colores. Uso el azul, el rojo y el blanco para el tejado de la Iglesia de San Marcos.
Los Pinypon viven ahí, van a la plaza de San Marcos y observan el techo colorido cubierto con los escudos de Zagreb y el del Reino de Croacia. Mi muñeco camina por la calle Radićeva, tira un beso al aire y se va.
Gracias por leer y, si te dan ganas, podés responder este mail o dejar tu comentario en Substack.
Hasta la próxima.
Pauli
De viajes y otros demonios
*término inventado derivado de hacer house sitting.
P. D. Aún no tengo el video general de Zagreb en mi canal de YouTube (solo uno de Zagreb en Navidad), pero estará listo pronto. Mientras tanto, ya podés ver el de Belgrado, como prometí en la última newsletter. Sí, hay un desfasaje entre lo que escribo, los videos y mi ubicación geográfica 😝... Ahora estoy en Alemania.
P. D. 2. Dolac es el mercado más famoso de Zagreb. En verano, sus puestos se cubren con sombrillas rojas para protegerse del sol. En invierno, solo vi un par.